Lucas Eguibar
El chico que vuela sobre una tabla de snow
Nos citamos en San Martin Merkatua días antes de que Lucas tuviera que volver a Suiza para hacer la última carrera de la temporada oficial. Nos cuenta que tiene una lesión dolorosa en la espalda, pero no borra la sonrisa de la cara durante la sesión de fotos. Lleva doce años pegado a una tabla de snow, pero toda una vida subido a la nieve.
Entrevista por Estibalitz Ortega Arsuaga
Eres campeón del mundo de snowboard cross, lo nunca visto en esta disciplina del deporte de invierno español. ¿Cómo lo llevas?
Sí, nunca había pasado (se ríe). Pero estoy normal. Desde 2017, cuando me quedé con la plata, no había vuelto a subir al pódium. He luchado mucho estos años y al final lo he conseguido. No es por hacerme el chulo, pero yo sabía que estábamos haciendo un buen trabajo y que podríamos conseguirlo.
¿Qué le dirías al Lucas Eguibar que empezó a esquiar a los dos años y que no se imaginaba que podría convertirse en campeón del mundo?
Pues le diría que se dedicara al snow y dejara el esquí. A los quince empecé con el snow, pero todo lo que aprendí esquiando me ha venido muy bien.
¿El snow te encontró a ti o a la inversa?
Yo creo que el snow me encontró a mí. Empecé por probar, me apunté al campeonato de España y los entrenadores nacionales me propusieron entrenar con ellos. Era algo que no tenía previsto.
El snow es para ti...
Para mí es sinónimo de vida y de libertad.
¿Compensa el sacrificio?
Ser deportista de élite me ha dado muchos buenos momentos y, a pesar de tener que dedicarme en cuerpo y alma, me ha compensado. Para empezar, me ha dado un trabajo y jamás imaginé que podría vivir de ello. Me ha permitido conocer a gente nueva y viajar por todo el mundo. Pero he perdido muchos momentos con la familia y los amigos. El día de San Sebastián, por poner un ejemplo, solo he estado un día en mi vida en Donosti.
¿Cómo te está afectando la pandemia deportivamente?
A pesar de todo lo que está ocurriendo, podemos seguir entrenando y se agradece. Pero también es caótico e incómodo, porque todo el rato estás pensando en que tienes que hacerte las pcrs y que, sobre todo, no seas positivo. Porque por mucho que te sacrifiques para no juntarte con la gente, nunca sabes dónde puedes contagiarte. Un día, en Suiza, después de entrenar todo el día, tuvimos que hacer hora y media de coche para ir a Zurich a hacernos una pcr y hacer otra hora y media para volver. Y las navidades las pasé solo con mi fisio y no nos juntamos con nadie. Estresa un poco.
¿Dónde estás entrenando?
Con el Covid no hemos salido de Europa y hemos estado sobre todo en Suiza. Estuve allí más de 45 días seguidos, porque tuve que hacer cuarentena. Para evitar idas y venidas y nuevas cuarentenas, me quedé todo ese tiempo, pero de normal suelo viajar también a Italia y a Austria.
Háblame de ese león tatuado que llevas en el brazo.
Quería tener los brazos tatuados y el dibujo del león me gusta, pero no tiene un significado especial. Otros sí. Tengo desde los nombres de mis hermanos a un retrato de mi abuela. También un dibujo de mi abuelo, que murió justo después de los juegos olímpicos. Tengo más de treinta tatuajes. Dejé de contarlos.
La familia es muy importante para ti, por lo que veo
Sí, la familia y los amigos es lo más importante. Que el deporte me quitara tantos momentos de estar con ellos me hizo valorar mucho a las personas que quiero. Cuando estoy en Donosti, vivo solo, y procuro cenar al menos dos veces por semana con ellos. Nos vemos bastante.
¿Cómo te ves dentro de diez años? ¿Podrías seguir compitiendo?
Diez años son muchos años. Depende del cuerpo. Si sigo bien y tengo resultados, pues genial, pero creo que los 33 es una buena edad para terminar.
¿Y a qué piensas dedicarte?
Ser entrenador de snow es lo que más a mano tengo. España no es un país con tradición de snow y por eso falta escuela. Se me daría bien. De hecho, soy el que muchas veces ayuda a mis compañeros y a mí no me entrena nadie. Yo me entreno a mí mismo. Es un deporte en el que más que un entrenador necesito gente que me ayude en la pista.
¿Qué importancia tiene la preparación psicológica y mental?
Para llegar arriba tienes que tener la cabeza muy bien puesta. Rafa Nadal lo ha dicho varias veces, que juega de diferente manera según el jugador al que se enfrenta, pero por mucho que te toque el número uno del mundo o el número doscientos, tu actitud tiene que ser la misma. Puedes pensar que el partido es fácil y que lo tienes ganado y luego te llevas la sorpresa. Y eso en mi deporte pasa mucho. Y más porque yo no compito uno contra uno. Nosotros competimos cuatro contra cuatro. Y tienes que ir muy centrado.
¿Qué vas a hacer cuando acabe la temporada?
Si no hubiese pandemia, me gustaría ir a Indonesia a surfear. Tengo otro viaje pendiente que es ir a Noruega a hacer snow, pero a la aventura. Me flipa el deporte y organizo mis vacaciones en función de lo que vaya a practicar. Tras el confinamiento me aficioné a escalar y me fui con unos amigos en furgoneta varios días a escalar. Me flipó y me dio la vida. Para mí el deporte lo es todo.
“La alimentación es mi gasolina”
“Tengo que comer bien, porque la comida es la gasolina que le echo a mi cuerpo. Tanto para que el cuerpo rinda a tope como para que esté ligero. Y también para que se regenere bien y al día siguiente volver a entrenar. El cuerpo es muy inteligente. En Donosti se come súper bien e intento comer mucha verdura y pescado y carne, de vez en cuando. Cuando estoy en la montaña, es más difícil encontrar buenos alimentos, así que tiramos de pasta. El alcohol te lo prohíben siempre, pero yo desde hace muchos años si estoy con la familia o con amigos, si quiero tomarme una copa de vino, me la tomo. Nunca voy a dejar de celebrar con la familia ni con los amigos. Hay que celebrar las cosas, porque nunca se sabe”.